«Edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo Jesucristo la principal piedra del ángulo. En Él, todo el edificio bien coordinado crece para ser un templo santo en el Señor, donde vosotros sois juntamente edificados para morada de Dios en el Espíritu. (Efesios 2:20-21)«
1. Abandonar trasfondos generacionales
Es necesario salir de trasfondos generacionales cuyas raíces impiden el crecimiento espiritual. Un liderazgo efectivo en consejería y liberación es vital para sacar a muchos de una niñez o adolescencia espiritual prolongada. Aunque puede haber crecimiento numérico, sin crecimiento espiritual, se crean fenómenos que no pueden digerir el «alimento sólido» de la Palabra.
Lectura clave:
- 1ª Pedro 2:5-10: Descubre quiénes éramos y quiénes somos como hijos de Dios.
2. Los 7 pisos del edificio espiritual
En 2ª Pedro 1:4-7, Dios nos invita a construir sobre el cimiento de Cristo con siete niveles:
1. Virtud: La base del carácter
La virtud es la disposición del alma para buenas acciones, lo que lleva al crecimiento en el hogar, el trabajo, el estudio y el carácter. La mente, como potencial del alma, está ligada a pensamientos para bien o para mal. Cuando el alma se renueva, se convierte en una fuente que da frutos de carácter, no solo de cualidades o dones.
Pasaje clave: Mateo 7:21-23.
2. Conocimiento: Sabiduría divina
El conocimiento abre nuestra mente para adquirir sabiduría e inteligencia divina. Nos lleva a la obediencia y a cambios que nos sacan de lo ordinario a lo extraordinario. Transforma nuestra forma de hablar, adoptando un «idioma de bendición»: «Lo sé, lo tengo y lo puedo». Este conocimiento nos da una identidad nueva, entendiendo quiénes somos, de dónde venimos y hacia dónde vamos. Nos lleva a un plan definido y a estar «por cabeza».
Pasaje clave: Mateo 5:1-12.
3. Dominio propio: Poder y autoridad
El dominio propio es poder, autoridad y potestad. Debemos ejercer control sobre nuestro carácter, palabras, pensamientos, enfermedades, dinero y situaciones difíciles. Para esto, necesitamos la ayuda del Espíritu Santo, quien nos da un espíritu de poder, amor y dominio propio (2ª Timoteo 1:7).
4. Paciencia: Madurez espiritual
La paciencia es un indicador de madurez, no relacionada con la edad, sino con la personalidad. Nos lleva a ser pacificadores y a soportarnos unos a otros con amor. Las Escrituras nos enseñan: «Soportaos los unos a los otros con paciencia» (Efesios 4:2) y «Exhorta y reprende con paciencia» (2ª Timoteo 4:2). Dios prueba nuestra paciencia en diversas circunstancias, especialmente cuando oramos y no recibimos respuestas inmediatas. Debemos recordar que Él tiene un tiempo perfecto para todo.
5. Piedad: Abnegación y compasión
La piedad es más elevada que la madurez. Incluye misericordia, compasión, benignidad y bondad. El apóstol Pablo nos aconseja ejercitar la piedad, ya que es provechosa para todo (1ª Timoteo 4:8).
6. Afecto fraternal: Unidad en la fe
El afecto fraternal se refiere al compañerismo y la unidad entre hermanos en la fe. En Juan 17:11-23, Jesús oró por la unidad entre los creyentes. Pablo también nos exhorta: «Amaos los unos a los otros con amor fraternal» (Romanos 12:10).
7. Amor: La perfección
El amor es la cumbre del edificio espiritual. Es un amor ágape que no se enfoca en las debilidades, sino en lo mejor de cada persona. Este amor requiere concentración, esfuerzo y participación personal. La Biblia nos habla de la preeminencia del amor en 1ª Corintios 13:1-13, un mensaje que nos confronta a vivir y ejercer el amor en cada circunstancia.
3. El objetivo del edificio espiritual
El desarrollo de estos siete pisos tiene un propósito claro: presentarnos como sacrificios vivos, santos y agradables a Dios (Romanos 12:1-2).
4. La morada eterna
2ª Corintios 5:1 nos recuerda: «Sabemos que si nuestra morada terrestre se deshiciere, tenemos de Dios un edificio, una casa no hecha de manos, eterna, en los cielos.»
Conclusión
Construir nuestro edificio espiritual sobre el cimiento de Cristo nos prepara para una vida plena y una morada eterna. Dediquémonos a crecer en virtud, conocimiento, dominio propio, paciencia, piedad, afecto fraternal y amor.
Bendiciones.