ANTE CUALQUIER ADVERSIDAD, DIOS DICE: NO ES TU GUERRA, SINO LA MÍA

«Y Jehová va delante de ti; Él estará contigo, no te dejará ni te desamparará; no temas ni te intimides.»
Deuteronomio, Capítulo 31, versículo 8.

Las adversidades en la vida humana

Todo ser humano enfrenta adversidades: situaciones difíciles relacionadas con enfermedades, pérdidas, catástrofes naturales, crisis económicas o guerras. Estas adversidades pueden llegar de manera gradual o sorpresiva. Sin embargo, si somos verdaderos creyentes en el Altísimo, nuestra carga será ligera y temporal, porque Él nos da promesas que se cumplen. Las pruebas se convierten en bendiciones, enseñándonos a valorar lo que antes no apreciábamos.

Las adversidades nos ayudan a entender nuestro entorno y a encontrar un camino verdadero en la vida. Los obstáculos nos llevan a tomar medidas para modificar algo que debe cambiar, enfrentando los retos con valentía.

Cómo enfrentar las adversidades según Dios

Elohim (Dios) demanda que sus hijos confíen en Él y enfrenten las adversidades con valentía. Para ello, debemos:

  1. No enredarnos en la situación.
  2. No ver la crisis como el final.
  3. Verla como una oportunidad para lograr metas.
  4. Tomar acciones decisivas.
  5. Descubrirnos a nosotros mismos para tener una visión positiva.

La adversidad es un componente del plan de Dios para nuestro progreso personal y eterno.

La importancia de la paz interior

Como hijos del Altísimo, debemos estar atentos a nuestras emociones y sentimientos, buscando la manera de mantener la paz interior. Santiago nos dice:
«Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas.»
Santiago, Capítulo 1, versículo 2.
Para el enemigo, vernos gozosos en medio de la adversidad es una derrota. Sabemos en quién hemos creído y confiado, y eso nos da la fuerza para salir adelante.

La historia del Rey Josafat: un ejemplo de victoria

La historia del Rey Josafat en 2ª Crónicas, Capítulo 20, versículos 1-30, nos muestra cómo lograr la victoria sobre la adversidad permitiendo que Dios pelee por nosotros.

Josafat, rey de Judá, recibió la noticia de que tres ejércitos enemigos (moabitas, amonitas y edomitas) se unieron para invadir su territorio. Aunque tuvo miedo, lo primero que hizo fue humillarse ante Dios, proclamar un ayuno y buscar la intervención divina en unidad con su pueblo.

En segundo lugar, Josafat hizo una oración pública, declarando la grandeza y el poder de Dios, recordándole las promesas y la heredad que les había dado. Todo Judá clamó:
«No sabemos qué hacer, pero a ti volvemos nuestros ojos.»

En tercer lugar, el Espíritu de Jehová se manifestó sobre un levita, quien les dijo:
«No temáis ni os amedrentéis delante de esta multitud tan grande, porque no es vuestra la guerra, sino de Dios.»
Dios les dio instrucciones proféticas, y el pueblo obedeció. Mientras alababan y cantaban, los enemigos se confundieron y se mataron entre sí. Josafat y su pueblo encontraron los cadáveres y muchas riquezas, celebrando la victoria de Jehová. El temor de Dios cayó sobre los demás reinos, y Judá tuvo paz.

Reflexión: humildad y obediencia

Josafat enfrentó la adversidad con humildad, reconociendo que solo Dios podía resolver su problema. Como hijos de Dios, debemos acudir primero a Él en humillación, afinando nuestros oídos para ser guiados por el Espíritu Santo. Todos necesitamos la intervención divina para salir de las adversidades.

Josafat también reclamó la heredad que Dios les había dado, recordando que el enemigo no podía arrebatarla. Nosotros también tenemos herencias espirituales, físicas y materiales. A través de la sanidad interior, renunciamos a la iniquidad y recibimos la herencia divina que el enemigo no puede tomar (2ª Pedro, Capítulo 1, versículos 3-4).

Muchas veces, como Josafat, decimos:
«No sabemos qué hacer.»
En esos momentos, debemos estar atentos a la voz de Dios, que nos habla incluso a través de personas que no queremos escuchar. Para Josafat, puede haber sido una locura orar, ayunar, danzar y vestirse con ornamentos sagrados, pero obedeció, y Dios usó su obediencia para derrotar al enemigo.

Conclusión: entrega tu carga a Dios

Debemos entregar toda carga a los pies del Altísimo y seguir sus instrucciones para que Él mueva su mano en cada situación. La historia de Josafat es un recordatorio de que, ante cualquier adversidad, la batalla no es nuestra, sino de Dios.

COMPARTE ESTE MENSAJE. Será de gran bendición para quienes enfrentan adversidades.

 

 

MARINA PÉREZ

Sobre la Autora

Marina Pérez nació hace 32 años en el evangelio, Se destaca en la labor ministerial como conferencista en talleres de sanidad interior y liberación, seminarios de guerra espiritual y ministración a familias y mujeres en alto riesgo, llevando en el nombre del Señor, bendición y estabilidad emocional y espiritual.

2 respuestas

  1. Cuando depositamos nuestra confianza en Dios vemos su gloria, gracias hermana Marina por esta palabra que edifica y fortalece.

  2. Es el mi amado elohim
    Quien sostiene mi vida
    Por siempre

    Yahuwha elohim adonai sebaoth

    Y nuestro amado yashua
    Rey del universo

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