«Elegidos según la presciencia de Elohim Padre en santificación del Espíritu, para obedecer y ser rociados con la sangre de Jesucristo: Gracia y paz os sean multiplicadas.»
1ª Pedro, Capítulo 1, versículo 2.

La presciencia de Dios y nuestra elección

La presciencia es el conocimiento de las cosas futuras. En el ámbito espiritual, se refiere a la revelación de eventos futuros que se encuentran en las Sagradas Escrituras. El apóstol Pedro nos recuerda que hemos sido elegidos por Dios, lo que nos da una identidad de Reino:
«Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable.»
1ª Pedro, Capítulo 2, versículo 9.

Un llamado a la militancia espiritual

El Eterno está levantando a su pueblo para que esté alerta y desate un espíritu de militancia espiritual. Este llamado es para demoler las fortalezas satánicas que buscan traer ceguera espiritual sobre un pueblo que, en medio de su religiosidad, cree ser salvo.

Es tiempo de intensa actividad divina. Debemos confrontar y enfrentar las tinieblas a tiempo y fuera de tiempo. Estamos ante la manifestación más gloriosa del poder de Elohim sobre su iglesia, la cual está siendo revestida a través de la intimidad con Él.

La advertencia celestial: el tiempo se acaba

Hay un clamor en los cielos que nos advierte: «Ya se está acabando el tiempo.» El engaño será tan grande que, si fuera posible, incluso los escogidos serían engañados. Por eso, es necesario que en cada congregación se levanten intercesores, haya unidad, un mismo sentir y pasión por las almas.

Renacer en una simiente incorruptible

Hemos sido llamados a ser partícipes de una simiente incorruptible que nos demanda un renacer, fe y santificación. Lo que somos será el modelo a seguir para aquellos que comienzan a dar sus primeros pasos en el evangelio. Por eso, debemos ser cartas abiertas leídas por los hombres.

El apóstol Pedro nos exhorta:
«Ceñid los lomos de vuestro entendimiento, sed sobrios.»
1ª Pedro, Capítulo 1, versículo 13.
Esto habla de una mente lista para el cambio y un equilibrio en todo. Debemos ser radicales a la palabra del Eterno, porque cambiando nuestra forma de pensar, cambiaremos nuestra vida. El propósito divino es que tengamos la mente de Cristo.

Un llamado a la santidad

Pedro hace un llamado a una vida santa, recordándonos que fuimos rescatados de una vana manera de vivir, heredada de nuestros padres. Un ADN contaminado y cargado de maldiciones fue transformado al aceptar a Jesucristo como nuestro único y suficiente Salvador (Romanos, Capítulo 10, versículos 8-15). Comienza un proceso de cambios: crucificamos la vieja humanidad de pecado y salimos de la esclavitud para ser edificados con el poder de lo alto a través de su bendita palabra.

La infección espiritual en la iglesia

Se ha gestado en la iglesia una infección progresiva y mortal: la indolencia, la permisividad, el pecado, el chisme, la envidia y los celos ministeriales. Muchos se han olvidado del dueño de la obra y han permitido el imperio religioso, que es un engaño. Esto ocurre porque, a pesar de ser discipulados y bautizados, muchos no han experimentado una sanidad interior que los conduzca a ser desparasitados espiritual y físicamente para alcanzar un verdadero renacer.

La responsabilidad de los ministros

Como ministros del Adonai, debemos llevar al pueblo a tener calidad de vida, la cual llega cuando existe un verdadero temor a Elohim: respeto y honra al dueño de la vida. Esto nos conduce a amarlo con todo el corazón, el alma y la mente, cumpliendo así el gran mandamiento.

La Palabra nos dice:
«Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin.»
Mateo, Capítulo 24, versículo 14.
Viene un gran avivamiento, y los ministros debemos estar preparados junto con la membresía para impartir el amor de Elohim y prepararlos espiritualmente para la salvación.

Velad y estad preparados

Jesús nos advierte:
«Velad, pues, porque no sabéis a qué hora ha de venir vuestro Señor. Pero sabed esto: que si el padre de familia supiese a qué hora el ladrón habría de venir, velaría y no dejaría minar su casa. Por tanto, también vosotros estad preparados, porque el Hijo del Hombre vendrá a la hora que no pensáis.»
Mateo, Capítulo 24, versículos 42-44.

Minar la casa se refiere a áreas físicas, espirituales y materiales. Puertas que se abren al enemigo en estas áreas establecen derechos legales destructivos.

La credencial cristiana: fruto de carácter

Como embajadores del Reino del Eterno, tenemos una gran responsabilidad. La credencial cristiana debe ir acompañada de fruto de carácter. Debemos tener un corazón y espíritu blindados ante la tentación y poder confrontar el pecado sin tibieza.

Oración

Padre Celestial, hoy pedimos tu intervención divina en cada persona que está leyendo este artículo. Confróntalos con tu poderosa verdad:
«Sed santos en toda vuestra manera de vivir.»
1ª Pedro, Capítulo 1, versículo 15.
Todos tenemos debilidades; ayúdanos a quebrantarlas, porque en nuestras fuerzas no podemos, sino con la ayuda de tu Santo Espíritu. Gracias por estas aguas de tu bendita palabra. Oro por aquellos que se han vuelto a la apostasía, para que reflexionen con el mensaje de Hebreos, Capítulo 10, versículos 26-31.